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The Beatles en la España gris


Yo estuve en el concierto de los Beatles en Madrid



Los Beatles a su llegada a Barcelona, tocados con monteras toreras  

La fecha: 1, 2 y 3 de julio de 1965. Lugar: una España gris y llena de grises. Los testigos: hoy muchos se definen así, pero entonces no fueron tantos los afortunados que estuvieron y vieron a The Beatles en España. Se cumplen 53 años de la única visita que hicieron los de Liverpool a Madrid y Barcelona para dar un concierto histórico y con unas repercusiones sociales que fueron más allá de un gran acontecimiento musical. 

Mucho se ha contado ya sobre las maniobras de la dictadura para ningunear los conciertos de unos "melenudos" que veían como una amenaza a su puño de hierro, de Torrebruno presentándoles en Las Ventas o de sus imágenes rendidos al folclore español con montera, flamencas y copita de jerez.

Lo único que pasó el filtró del régimen fueron los escasos dos minutos de la noticia del 16 de julio mil veces repetida en este tiempo. Sus imágenes inéditas salieron a la luz en el documental ¡Que vienen los Beatles! en 1995.  

"Traer a los Beatles a España fue un forcejeo tremendo con la dictadura. No querían que vinieran de ninguna forma. Todas las noticias que salían de ellos en España eran negativas, que si decían que eran más importantes que dios, que representaban a una juventud sin valores... 

Francisco Bermúdez, que era uno de los mejores agentes artísticos de la época, consiguió el contrato pero el permiso del ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega -más conocido como don Camulo-, no llegaba. 

Fue el gobernador de Barcelona el que le convenció diciéndole que Isabel II les acaba de condecorar... [Caballeros de la Orden del Imperio Británico] y vio que era mejor que actuaran a que se publicara que España prohibía a los Beatles", recuerda Costa. 

Rueda de prensa de The Beatles en Madrid. 

"Pero se volvieron locos desde que aterrizó el avión", añade. De ahí la férrea presencial policial, su 'cautiverio' en el hotel del que no salieron nada más que para tocar, las carísimas entradas entre 75 y 400 pesetas (el salario mínimo eran 60 pesetas) o esas crónicas que afirmaban que habían pasado por España "sin demasiada pena ni demasiada gloria". 

No se sabe cuánto costó traer al grupo a España, pero se calcula que fueron unos tres millones de pesetas. Álvarez desvela que hace un par de meses ha sabido que Raphael, que también era representado de Bermúdez, le ayudó a sufragar los gastos ante el menosprecio de la dictadura y la nula publicidad del concierto.

Los Beatles llegaron al aeropuerto de Barajas el 1 de julio. Había fans esperándoles pero les llevaron por otros pasillos y salidas para evitar esas escenas de histeria y gritos que llegaban del exterior. Fueron directos a las habitaciones 111 y 112 del Hotel Fénix de Madrid, donde por la tarde tuvo lugar una rueda de prensa a la que sólo podían asistir periodistas con carné del régimen. "Lo de la rueda de prensa fue penoso. 

Los Beatles, tras firmar unos barriles de fino después de la rueda de prensa de Madrid 

El único periodista musical era José Luis Álvarez, el resto eran reporteros que les preguntaban si se iban a cortar el pelo y lo tenían asegurado, qué pensaban de El Cordobés y cosas así. Yo pensaba que estábamos dando una imagen penosísima entre eso y las hermanas Hurtado vestidas de flamencas con las botas de jerez que Miguel Primo de Rivera y Urquijo, que era alcalde de Jerez, llevó", rememora Costa.

Esa noche, los de Liverpool se quedaron en su habitación, pero su manager sí salió a vivir la noche madrileña. Fue al Bourbon Street, un club de jazz de moda en el que compartió conversación con Costa. "También estaba esa noche Ava Gardner, y en el concierto en Las Ventas. Comentamos la situación de España. Con los Beatles no pudimos hablar y me hubiera encantado porque yo adoraba a Lennon, pero no salieron ni un día. Les tenían encerrados y los grises tenían tomado el hotel para evitar problemas de orden público".

El concierto llegó el 2 de julio. Torrebruno les presentó ante una plaza de toros semivacía. Fuera, mucha más expectación, controles y detenciones de los grises. Dentro, el setlist incluyó 12 canciones. Abrieron con Twist and shout y acabaron con Long Tall Sally. No hubo bises. Había casi más grises que espectadores. Edgar Neville escribió en su crónica: "Había tantos policías que con uno más se podía tomar Gibraltar". Y tampoco sonó bien.

En la habitación de los Beatles. 

"Eran como una orquesta de una fiesta mayor", recuerda Biarnés. "No sonaron demasiado bien y estaban todas las luces encendidas, no sólo las del escenario, por miedo a desmadres. La verdad es que para rodar nos vino muy bien. Lo que sí éramos conscientes es de que estábamos viviendo algo importante. Hace 50 años ya eran la hostia. Pero fue mejor el concierto de Barcelona. Ellos se desilusionaron en Madrid", añade Costa. De hecho, Paul McCartney así lo dijo años después en una rueda de prensa, como recoge su documental. 

"Lo que recuerdo es que los fans de verdad, que eran los que no tenían dinero, estaban fuera de la plaza de toros y la gente de dentro eran los ricos. Así que no disfrutamos mucho del concierto, hubiéramos preferido tocar para los de fuera", aseguró.

 

 
  


Hace 48 años Paul, John, George y Ringo llegaron a Barajas para dar su primer concierto en España. Fue en la plaza de toros de Las Ventas en Madrid —el segundo fue en La Monumental de Barcelona—. Los Beatles venían de Niza, llevaban 22 maletas, 10 guitarras y una batería. “Saludos, amigos”, dijo Paul McCartney en castellano ante las poco más de 200 personas que los esperaban en el aeropuerto. 


Un policía confundió al bueno de Ringo con un seguidor y, mientras este firmaba un autógrafo, recibió un buen golpe de la policía. 

El batería no protestó; sabía que España, pese a los primeros síntomas de aperturismo (turismo, la minifalda…), todavía estaba bajo la dictadura de Franco. Los Beatles subieron a un Cadillac, se dirigieron a las tres suites que tenían reservadas en el hotel Fénix, en La Castellana de Madrid y se echaron una siesta.

Tenerife, las últimas vacaciones de los Beatles antes de ser los Beatles



The Beatles de vacaciones en Tenerife (Islas Canarias) en el Año 1963

Bajo el sol del Puerto de la Cruz pasaron George Harrison, Ringo Starr y Paul McCartney sus últimos días sin flashes ni guardaespaldas. John Lennon eligió Torremolinos y su «jet set»

Años después reconocería su error, pero David Gilbert tuvo arrestos para decirle a Paul McCartney que su grupo, por entonces aún era solo un grupo, no era el adecuado para tocar ante su clientela. Apenas bostezaba la década de los sesenta. 



La banda en cuestión había publicado recientemente su primer elepé, «Please Please Me», pero en el Puerto de la Cruz, en Tenerife (donde pasarían sus últimas vacaciones como desconocidos), apenas eran tres pálidos británicos entre tantos otros.


En el barrio hamburgués de Sankt Pauli, localidad pionera en el Viejo Continente en lo que a clubes y locales de ocio se refiere, conocieron unos bisoños Beatles al músico y fotógrafo alemán Klaus Voormann. Al calor de aquella adelantada Sankt Pauli surgió y creció la amistad entre ellos. Corría 1960 y el padre de Voormann, un eminente médico también alemán, había adquirido unos terrenos en Los Realejos, municipio norteño de una Tenerife que empezaba a mostrar sus encantos al mundo. 

La grabación de «Please Please Me» resultaría tan estresante que McCartney no dudó en pedir a Voormann que mediara ante su padre para que este les prestara la hacienda tinerfeña. El 29 de abril de 1963, Ringo Starr, George Harrison y el propio McCartney aterrizaban en la isla, vía Barcelona y con un día de retraso.