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The Beatles actúan por primera y única vez en Spain.



Un 2 de julio de 1965, Los Beatles actuaron por primera y única vez en España, primero en la Plaza de Toros de Las Ventas, y en una segunda actuación en La Monumental de Barcelona. 

El grupo de desmelenados músicos aterrizó un día antes en la capital en medio de un tumulto de jóvenes que consiguieron colarse en la terminal. El régimen y la prensa, en cambio, no lo vieron con buenos ojos y dedicaron todos los medios para que el paso de la banda británica por el país fuese un visto y no visto para los habitantes que, a su juicio, no debían ver alteradas sus arraigadas costumbres.

Ringo, Paul, George y John llegaron al aeropuerto madrileño un 1 de julio de 1965, acogidos por una marea de jóvenes que se habían colado casi hasta el avión de los cantantes y que provocaron el desvío de la banda por otros pasillos para evitar la histeria y los gritos a su llegada. Un recibimiento inesperado y multitudinario que la dictadura trató de ningunear en los dos únicos conciertos de los Beatles en España.

La visita de los Beatles se trató de llevar con mucho hermetismo: prácticamente retenidos en el hotel, una rueda de prensa con medios exclusivamente acreditados por el régimen o multitudinaria presencia policial. Todo fuera por mantener intactas y sin peligro las viejas costumbres.

El día siguiente, el 2 de julio fue la fecha señalada. En una nocha más bien fría, el conjunto de músicos británicos deleitaron con su música a los 10.000 presentes allí en la plaza -una asistencia un tanto discreta-, no sin que antes el grupo español Los Pekenikes hiciese de telonero oficial. El gobierno, receloso de las aglomeraciones que podía provocar la actuación, hizo lo posible para boicotear el esperado concierto. Las entradas tenían un precio de entre setenta y cinco y cuatrocientas cincuenta pesetas, una cantidad bastante elevada para el público que deseaba asistir pese a que el concierto no alcanzó ni la hora de duración.

También destacó, que desde la organización se evitó que entrase ningún individuo con aspecto "raro" o de "mala pinta", y se colocó un fuerte dispositivo de policía, que llegó a alcanzar los dos agentes por asistente. De hecho, el cineasta Edgar Neville escribió en su crónica que "había tantos policías que con uno más se podía tomar Gibraltar". Todo esto, añadido a que la mayoría del público, provenía en alta proporción de las bases norteamericanas de Zaragoza y Torrejón.

Además, como reflejo de lo que fue aquella noche, muchas de las crónicas de aquel día, señalaron que el sonido "no era muy bueno", y el griterío de aquella noche "nos impidió escucharles".

Así se refería a ellos el NO-DO, al recibimiento de los cuatro de Liverpool: "El alto precio de las entradas, entre 75 y 450 pesetas, y las fuertes medidas policiales anunciadas, desalientan a muchos. La prensa oficial lo destaca con sorna. La recepción que se les hace en Madrid no es apoteósica, pero en el aeropuerto se ha concentrado una juventud curiosa y alegre. (...) 

La actuación musical está anunciada en la plaza de toros donde salta a la vista que no hay un lleno. Junto al bullidor elemento joven hay también familias tranquilas y señores con barba, representantes del servicio doméstico, y muchachas nerviosas, las llamadas fans. Y en el estribo de la barrera, la familia completa con el nene (...) Por fin salen los melenudos al tablado (...) Los Beatles pasaron por Madrid sin demasiada pena ni demasiada gloria".




Unas 25.000 personas llenaron la Monumental de Barcelona un día después, el 3 de julio, una ciudad a la que John Lennon, Ringo Starr, Paul McCartney y George Harrison llegaron tocados con monteras de torero, dispuestos a "lidiar" por segunda vez con sus fans. No obstante, tal y como señalaba la revista, de nuevo no hubo bises y "no mostraron el entusiasmo que esperaba el público".


 

Aquella vez, fue la única que los Beatles visitaron España. Un país que se tuvo que conformar con escucharles a través del transistor o el tocadisco, pues quedó claro que estos cuatro "melenudos" eran demasiado modernos y rompedores para una España que todavía estaba en proceso de cambio. Después ya fue demasiado tarde.